miércoles, 30 de enero de 2013

A una princesa (cinco)

Pequeña:

     Vuelvo a escribirte una carta, esta vez, simplemente para que veas aquello que no quieres ver. Para que te des cuenta de lo que en verdad es. Una vez, alguien, creo que fue un gnomo de las montañas o un hada del valle, me contó una historia, de amor, inseguridades, rechazo, pero sobretodo de te quieros. 

     " Había una vez, no hace mucho tiempo, pero tampoco hace poco, una pequeña doncella. Tendría mas o menos 123 años (contados según el calendario que allí regia). Era alguien del típico montón  sin que destacara de ella. Ni su pelo, ni sus ojos, ni su esbelta figura, ni su humor, ni su dinero, nada. Ella buscaba siempre enamorarse, siempre tenía alguien del que estar enamorada. Amaba estar enamorada, amaba amar.

     No tuvo muchos enamorados, amantes o novios. Más bien pocos, mejor, los justos. Y todos terminaron saliéndole rana. Ninguno de ellos se terminaban convirtiendo en su tópico (no en su media naranja, no en su príncipe azul, no en su yang, no en su mitad...) solo en nada. Cada uno de ellos hacía que una parte de ella se escondiera, pequeña o más grande, no importaba, el tamaño era directamente proporcional al tiempo que tardaba en desaparecer el zsa zsa zsu. Hasta que llegó el momento en que toda su dulzura, su chocolate bañado en azúcar, desapareció. Se volvió hostil. 

     Pasaron años, días, semanas y meses. Tiempo. Encontró a alguien que le cuidaba, le mimaba, le quería y le hacía sentir especial. El que ella creía que se iba a convertir en su tópico. Volvió a trascurrir el tiempo, siempre al lado de él. Pero lo que estaba escondido ya no quería volver a salir, volver a sentirse vulnerable, volver a tener que esconder lo que ya había sido escondido fruto de una tirita que costó pegar. 

     La pequeña y no tan dulce doncella se sentía muy contradecida, pues por un lado sentía que era él, pero por otro no tenía como cerciorarlo. Sencillamente, no sabía ni lo que sentía. Pidió ayuda a todos los seres mágicos que podían ayudarle, pero todos le contestaban lo mismo: "Es algo que solo puedes saber tú". Quería desaparecer, acualquierotraparte, ese era el lugar más mágico de todos, allí podría aclararlo todo. Pero nadie nunca había llegado, y si lo habían hecho, nunca habían querido volver. Puesto que, no era una opción, no podía volver a, simplemente, desaparecer. "

     Nadie ha podido contar el tiempo en el que la doncella pasó intentando resolver este problema. Cuando hablamos de amor, es algo tan psicodelico que no hay ninguna fórmula, ninguna medida, nada que nos pueda dar una solución. Seguiré con la historia...

     " Nuestra protagonista pensó en, por una vez, ser ella la que acabará con aquella locura. Puesto que todas las relaciones de amor siempre terminan teniendo algún ápice de locura. Pero cuánto más pensaba en aquello, más dudas nuevas le venían a la cabeza: ¿Y si realmente es él? ¿Y si realmente le quería? ¿Y si sus dudas no eran más que fruto de lo que no quería que pasara en un futuro? ¿Y si...? ¿Y si...?. 

     Los "Y si" son dudas casi tan difíciles de solucionar como todas aquellas relacionadas con el amor. ¿Cuántos "y si" nos han hecho perder cosas en la vida?. ¿Y si esto no era más que miedo? El miedo muchas veces nos hace creernos una realidad que no existe. Los ogros en verdad son vegetarianos. El monstruo de debajo de la cama solo quiere poder ver tus sueños pues el no puede soñar. Las brujas no quieren hacer las cosas para tú mal, puesto que la magia siempre tiene un precio. Este sentimiento, oculta las cosas que en realidad son mucho mas sencillas de lo que creemos. "

     No te voy a contar el final de esta historia, por miedo a que ella decida por ti. Sé que no es el mismo caso, pero al fin y al cabo, todo trata de amor, de amigos, de familia o whatever. Asi que princesa, pequeña, amor, intenta ocultar todo los sentimiento y piensa con frialdad, que no es lo mismo que frivolidad. 

Te quiere, siempre te querrá y siempre estará a tu lado. 

Piter. 

AA: Tomes la decisión que tomes, yo te estaré apoyando. 

viernes, 25 de enero de 2013

Phyxius

          La misma chica de las ultimas semanas. Una de lo más normal que os podéis imaginar. Morena, ojos marrones y pelo ligeramente rizado. Nunca te girarías para mirarla por la calle. Encerrada en las mismas seis calles toda su vida, pero sabiendo que existen otras que la conducirán a un sitio donde no será más del montón.

          Miedo, excitación, vergüenza, nostalgia... son algunos de los sentimientos que aparecen cuando ves el Phyxius. ¿Qué que es esta palabreja?. Es ver más allá de lo que tus ojos te dejan ver, mirar con previsión de futuro pero sin abandonar el presente. Coger tus alas y salir a volar. Dejarte llevar por todas aquellas cosas que quieres hacer, sin importar el que dirán, que pensarán y a quién estas dejando atrás. Un suspiro que se lo lleva el viento, mientras tú, ligeramente aterrado, te dejas llevar por esas partículas de aire hacia algún lugar.

          Hay una parte, dentro de este extraño nombre, que te deja perplejo. Y es que una vez que ha salido a la luz, si no lo aceptas, nunca lo vas a olvidar. Te puedes arrepentir, te puedes quejar, puedes intentar volver a encontrarlo, pero siempre tendrás ese noseque que hará que nunca olvides la primera vez que lo olvides y que lo dejaste escapar.

          Ella había escuchado, visto y sentido aquella cosa tan extraña. Y tenía que tomar la decisión de si seguirla, dejar que la llevara volando o quedarse en tierra. Ahora todo el mundo se giraba por la calle a mirarla, iba andando con las alas en las espalda. Dejó de ser la típica chica de aquel típico lugar, para convertirse en una seguidora del Phyxius. Dejo demasiadas cosas, que quizás nunca se había planteado abandonar. Se fue de aquellas monótonas calles.

          Nunca pudo hacer nada mejor. Emprender el vuelo.

   

jueves, 10 de enero de 2013

Diario de abordo III

Día catorce de un mes cualquiera del  año en el que  mis manos se separaron de las tuyas. 

Queridos navegantes de esta locura: 

                   Desde que volví a retomar el mando de este barco, mi querido barco Pesadilla, me he dado cuenta de lo mucho que habéis malgastado mis enseñanzas. Os pedí, simple y exclusivamente, que solo hicierais una cosa, no hacer nada que yo no hiciera. Habéis casi destrozado el barco, incendiado las bodegas que contenían el liquido dorado, secuestrado y matado sin ninguna piedad. Queridos amigos, debéis que saber que la reputación de un pirata nunca se merece, ningún pirata a sido nunca tan malévolo como lo pintan, puesto que todos son, al fin y al cabo, personas que mantienen algún resquicio vivo de su corazón.

                   Ahora bien, no solo he venido a devolveros todo aquello que habéis perdido, si no porque he descubierto que Anolecra y aquella damisela, no resultaron ser lo que yo creía. Os contaré: 

    Como cuando todas las cosas empiezan, todo era delicioso, cada minuto, cada segundo que pasaba con ella hacia que quisiera detener el tiempo. Cada mirada, cada beso, cada caricia me parecían especiales, infinitos, de aquellos los cuales casi no se ven, que se esconden. Todo parecía un paraíso, como aquella vez que atracamos en Honolulu... ¿ recordáis?, aquello era delicioso. Bien, no se cuanto tiempo pudo pasar, semanas, meses, la perfección se me hacía imperfecta para describir lo que sentía al lado de mi Lady. 
    
     Pero de manera muy rápida, más que a la velocidad a la que navegamos cuando hay viendo a favor,  la perfección perfectamente perfecta se fue disolviendo. Hasta que llegó un día en el que no me quedaba nada. Los besos se habían agotado, nada era ya excusa para volver a desear probar esos maravillosos y dulces labios, y cuando (por algún extremo casual) los degustaba de nuevo, ya no eran dulces, eran amargos y agrios a la vez. Yo quería seguir creyendo que podíamos ser los dos de nuevo, volver a entendernos, compenetrarnos con el hecho de rozar su mirada... Pero queridos piratas, el amor no atiende a ni una sola regla, nada, y llego el momento en el que nuestros ojos se volvieron a compenetrar, pero esta vez para decirse adiós. Un adiós que era tan necesitado como alargado, tan intuitivo como inesperado, solo pronunciamos aquella frase. 

     "Maldita dulzura la nuestra"

     Camaradas, el amor no se gasta de usarlo, el amor se gasta cuando te dejas de fijar en los detalles. Cuando la sonrisa de una bella dama ya no quieres que sea especial, cuando ya no buscas sus ojos entre la gente de la calle para sorprenderte si la ves, en no buscarla en tus sueños, en mantener la rutina... El amor es tan frágil como el recipiente que contiene nuestro maravilloso ron. Con el mínimo golpe, se resquebraja y se descompone en millones de pedacitos que nunca volverán a encajar perfectamente. Por lo que voy a terminar dándoos un consejo, de vuestro capitán pero sobretodo de un buen amigo: Si alguna vez amáis a una mujer, no dudéis en perseguirla y si la alcanzáis no dudéis en hacer que se enamore de vosotros día a día, los 1257 días del año. 

De nuevo, vuestro temido Capitán. 

miércoles, 2 de enero de 2013

Mis paraisos

Ha empezado un nuevo año, el cual tiene pinta de que vendrá cargadito de sorpresas y cosas emocionantemente nuevas.
Al aceptar mi "huida" a Honolulu, acepte muchas cosas, no solo el irme a perseguir mi sueño (Laboralmente hablando), también a dejar atrás  escapar, de muchas cosas. Mi familia, mis mejores amigas, mis amigas, aquel chico, las comidas familiares, tener a mi abuelita, mi tita y mi prima a una hora de casa, deformar las escaleras, pasear por la ciudad, quejarme de lo mucho que odio dicha ciudad,mi habitación, tantas y tantas cosas. Sin embargo, al principio se me hizo fácil, creí que no me iba a costar tanto. Cuando venia, era el paraíso.
Llevo aquí dos deliciosas semanas, disfrutando de algunas de esas pocas cosas de las que algunos dicen que huí... Y ahora, en vez de poder disfrutar de lo poco que me queda aquí durmiendo en mi acogedora y maravillosa cama, estoy casi llorando con un enorme nudo en el estomago. En tres horas me tengo que levantar y no me apetece acostarme aunque me muero de sueño. Y es que no quiero dejarlo todo otra vez, pero a la vez deseo volver a mi Honolulu...
Como ya sabéis  odio las despedidas... Pero hoy la necesitaba. Necesitaba decirle a mis locas, que las quiero con locura y que aunque sea borde voldemort por whatsapp, las necesito a cada instante cuando estoy allí. Necesitaba despedirme de mi casita, en sí, es un mazacote de ladrillo y cemento, pero para mi, esquinas llenas de momentos: La cocina en las que tantas veces me he caído al suelo muerta de risa en la comida de los fines de semana, el cuarto en el que he tenido charlas magnificas con mi hermana, la habitación en la que abrías la puerta y eras capaz de estar en una tienda, o en otra casa, o simplemente haciendo el idiota con tus amigos. Pero sobretodo mi cuarto, mi esquina de la cama, donde se ve toda la habitación  abarrotada de trastos para millones de personas, pero llena de recuerdos para mi. En estas 4 paredes esta encerrado lo que soy, pellizquitos de mi vida.
Hoy 1 de Enero del 2013, ha sido uno de los días mas duros. Me he dado cuenta de que no puedo irme de aquí sin estar triste, como si no pasara nada, como hacia cuando venia un fin de semana. Os echo tantísimo de menos que no podéis haceros ni una ligera idea.
Os preguntareis porque he llamado Honolulu a aquel otro sitio... Es muy sencillo, porque aquel otro sitio es mi pequeño pero imperfecto paraíso y allí se esconde lo que seré. No digo que vaya a quedarme  eternamente, pero estoy casi segura de que me espera algo grande en estos cuatro años. Personas, lugares, lecciones... Por que por muchísimo que me duela irme de mi casa, de lo que soy, allí me espera un futuro intrigante.