martes, 14 de febrero de 2012

¿ESTÁS DESPIERTO O DESEARÍAS DESPERTAR?


Los ojos se le cerraban, pero todavía seguía despierto. ¿Por cuánto tiempo más? Necesitaba dormir, conciliar el sueño para que llegara la mañana siguiente. Cerraba cada vez más los ojos intentando engañarse a sí mismo para dormirse antes. Pocos minutos después de conseguir dormirse, alguien entró en la habitación. Nacho aterrorizado no quería abrir del todo los ojos y se dedicó a mirar por el rabillo del ojo.

Era una mujer, más bien una chica. Buscaba algo, estaba claro que no venía a robar, no cogió el ordenador, ni el iphone al que tanto cariño le tenía Nacho. ¿Qué buscaba la chica? Al pensar en esas palabras, y como por arte de magia la chica se giró. Nacho cerró de nuevo los ojos, haciendo creer a la chica que estaba profundamente dormido.

Pasaron unos segundos desde que Nacho dejó de sentir la penetrante mirada de la chica. Volvió a abrir un poco los ojos. ¿Qué hacía? Le estaba cotilleando su cuaderno, ese en el que escribía sus sueños, en el que dibujaba cosas que solamente él entendía. No iba a dejar que se lo llevara, asique dio un salto y salió de la cama. Ella se dio cuenta y asustada salió corriendo de la habitación.

Nacho se colocó de cualquier manera las deportivas, cogió la camiseta que había dejado en la silla y salió corriendo detrás de ella. No sabía qué hacer,  perseguirla hasta que no pudiera mas, llamar a la policía… Las escaleras se le hicieron eternas. Pudo pensar en las miles de veces que había visto persecuciones en las películas de acción. ¡Las llaves del coche!, las debería haber cogido y el móvil también. Ya no había vuelta atrás, lo iba a perder. Un coche la estaría esperando abajo, el intentaría perseguirlo en vano y volvería a casa sin nada.

-    Nacho, céntrate y cógela antes de que salga a la calle. Menos mal que al final compraste el ático mamá. ¡Céntrate que tienes que alcanzarla! - se dijo a sí mismo.

Aunque nunca había bajado las escaleras tan rápido, Nacho apuró todo lo que pudo. Alargó la mano y podía rozar su camiseta negra con la yema de los dedos. Nacho no paraba de darse ánimos para sus adentros. Sabía que podía alcanzarla, debía alcanzarla. Todo estaba en ese cuaderno, cada recoveco de su imaginación había terminado ahí.

Solo quedaba una planta, una planta para perderlo todo. Apuró un poco más y enganchó la camiseta de chica. Los dos cayeron rodando por el suelo. Se sentó encima de ella, inmovilizándola para que no pudiera moverse. Ella empezó a girar la cabeza, se iba a rendir. Nacho iba a descubrir quién era aquella ladrona de sueños. Pero antes de verla los ojos, le sonó la alarma del móvil. ¡Espera! ¿Pero si el móvil se lo había dejado en la habitación o no?

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