Poco a poco se fueron normalizando las cosas en la casa. Se iba
pareciendo más a un hogar. Se conocían un poquito mejor a medida que el reloj
avanzaba, buscaban cualquier excusa para poder empezar una conversación con
cualquier miembro que formaba parte de aquella familia.
Habían empezado cada uno sus respectivas clases, algunos ya
empezaban con trabajos que exigían muchas horas. Pero aún así, no dejaban
escapar ni un segundo para pasarlo bien. Ese sábado, habían organizado una súper
barbacoa, estaba todo el mundo invitado. Querían hacer la mayor fiesta que se
hubiera visto jamás. Habían juntado entre todos los asistentes, el dinero
suficiente para comprar cosas para todos: bebidas, carne, dulces, patatas....
Todo lo necesario. Habían colocado un montón de mesas en el patio, habían
contado unas treinta personas, iba a ser una locura. Muchas veces se miraban
pensando lo desastroso que iba a ser eso, se iba a desmadrar demasiado.
Esperaban que la gente a la que acababan de conocer, no fuera muy bruta, muy
loca y que no se fuera todo al garete.
A las doce de la tarde empezó a llegar la gente, algunos trajeron
más barbacoas, ya que con la de Jordi no era suficiente. Otros trajeron hielos,
algunos se iban sentando y entablando conversaciones, mientras que otros
empezaban a cocinar. Anna y Carla estaban haciendo una mega ensalada, mientras
que Gerard, Marta, Jordi y otros, estaban pendientes de la carne. Sara estaba
en la cocina con Rubén, poniendo patatas fritas y demás tonterías en boles de
plástico. Todos estaban ocupadísimos en sus cosas.
- ¿Bueno qué opinas de todo esto? - Dijo él.
- La verdad es que me parece que se va a desmadrar todo un poco...
quizás nos hayamos pasado.
- No me refiero a eso, eres de las pocas de la casa con la que no
he tenido un rato a solas - Sara hizo un repaso rápido, y era verdad - ¿Qué te
parece la casa, la gente... no se todas esas cosas?
- Aaaa... bueno... La verdad es que... se está genial, hay gente
que aun no conozco del todo. En general todo va muy bien, no sé, me gusta mucho
estar aquí. Tampoco sé que más contarte. Es que hay gente con la que todavía no
termino de congeniar, si, podríamos decirlo así.
- Si, ya sé a quién te refieres...
- Sí, bueno... - Los dos se miraron muy cómplices. - Y tú, ¿Como
lo llevas?
Se hizo un momento de silencio
- Bueno, como siempre dicen, los tíos somos más simples - dijo él
sonriendo.
- ... ¿Y eso que tiene que ver? - dijo ella, sonriendo pero
extrañada.
- Estoy bien, a gusto, cómodo y ya, no me paro a pensar en los
detalles, simplemente disfruto. Aunque, como bien has dicho, hay gente con la
que es difícil de... congeniar.
Los dos se miraron. Siguieron con su tarea, mientras iban
hablando, sin mojarse demasiado, ya que aún faltaba confianza, pero contándose
muchas cosas. Contaron los posibles cotilleos que podía haber un futuro en la
casa, entre quienes había "tensión" de esa, ninguno de los dos
opinaba lo mismo. Pero, se echaron unas risas. Rubén, era de las personas con
las que menos había hablado, pero no por nada en especial, simplemente no se
había dado la ocasión.
Ya tenían casi todo preparado, la gente no paraba de llegar, ni
entraban en la casa, iban directamente al jardín. La gente empezó a comer y a
beber, todo fue muy normal. Charlaban, algunos amigos se reencontraban y se
preguntaban cómo era posible que el mundo fuera tan pequeño. La comida iba
descendiendo a un ritmo sorprendente, y las risas aumentando al unísono. En
realidad, aun no había indicios de que nada malo fuera a pasar. Gerard, Carla,
Marta, Jordi y Xavi, estaban sentados en una mesa hablando y picando de las
cosas que había por ahí. Anna estaba coqueteando con un macizo de la clase de
Gerard y Rubén... creo. Pedro estaba en una esquina, con unos cuantos...
comiéndose un bocata como dirían en "Como conocí a vuestra madre".
Mientras que Rubén, estaba hablando con otros. Sara, acababa de salir de la
casa, había ido a buscar más bebidas. Se sentó en la mesa con sus otros cinco
compañeros de su universidad, y estaban hablando de cosas de fotografía, que
tipo les gustaba más, cuál era el que menos, que opinaban de la historia de la
fotografía, no se cosas así. Se enseñaban fotos que habían hecho cada uno de
ellos.
La noche fue cayendo y aunque ya no quedaba casi nada que llevarse
al estomago, la gente se lo seguía pasando genial. Llevaban un par de semanas
ya conviviendo juntos y seguían descubriendo cosas súper interesantes de los
demás. Habían hecho nuevos amigos y no había habido ningún altercado
digno de mencionar. La gente bebía pero no había nadie extremadamente borracho,
todo el mundo simplemente se lo estaba pasando bien. No sabían si finalmente se
sembraría el caos a medida que la noche pasara, pero por ahora estaban todos
muy contentos y disfrutando del momento. Había gente por todos lados del
jardín y de la entrada, el interior de la casa estaba completamente vacío, por
lo que no habría nada que reparar o volver a comprar nada.
Sara estaba sentada en una mesa hablando con unos amigos de la
clase, cuando llego Marta y se sentó a su lado. Sara y Marta se habían hecho
muy amigas en poco tiempo, al compartir habitación compartían muchas cosas.
Marta empezó a contarle muchas cosas sobre la noche, resultaba que un
amigo de no sé quien era amigo suyo, y que otro había intentado ligar con ella,
no paraba de hablar. Anna y Jordi se habían liado y Marta creía que eso iba a
ser un problema de la casa. Hablaba tan rápido que era casi imposible entenderla.
Sara intentaba hablar con ella, preguntarle cómo habían pasado las cosas, pero
no le daba tiempo a terminar las frases antes de que ella ya le estuviera contando
otra cosa totalmente diferente. Era mucha información muy rápido, como para ser
capaz de asumirlas. La música iba aumentando de volumen a medida que pasaba la
noche, sonó la canción de Titanium de David Guetta y Marta arrastró a Sara hasta donde estaba todo
el mundo bailando. Era una canción que a las dos les gustaba mucho, asique se
pusieron en el medio de la pista a cantar y a bailar como si no hubiera mañana.
La gente a su alrededor cantaba, o más bien chillaba, tanto como ellas.
La gente estaba muy cómoda, unos cuantos estaban sentados en la
mesa hablando. Otros cuantos estaban en el jardín bailando como en una
discoteca, había gente esparcida por todo el jardín. No sabían exactamente
donde estaban cada uno de los compañeros de la casa, pero les veían pasar de
vez en cuando, con lo cual todo iba bien. Nadie se había rajado todavía,
seguían los mismos que al principio. No había nadie sentado con cara larga, si
no que todos estaban en su salsa. Habían conocido a mucha gente nueva y hecho
muy buenos amigos, también había surgido algún que otro romance esporádico.
Sara seguía bailando con Marta cuando Gerard y Rubén se acercaron a bailar con
ellas. Aparecían diferentes canciones de un modo muy random, es decir, habían
hecho una lista con canciones que les gustaban a todos, por lo que salían de
todo tipo, indie, pop, rock… La mayoría de las canciones eran muy conocidas,
había gente que cuando sonaba una canción que les gustaba, se ponían de pie y
la bailaban, o simplemente se dedicaban a cantarla a grito pelado desde donde
estuvieran. Era muy divertido ver el panorama que estaba ahí generado. Sara
quería otra copa y Gerard se ofreció a acompañarla, ya que su vaso también estaba
vacío.
- ¿Qué tal te lo estas pasando? - Le pregunto Sara a Gerard
- Muy bien, la verdad, no me esperaba que fuera todo tan
"tranquilo"- Los dos se rieron. - ¿Qué tomas?
- Ron con CocaCola, por favor. - Gerard sirvió las dos copas y le
dio a Sara la suya.
En vez de volver a la pista de baile, se quedaron ahí hablando.
Gerard le contó que le gustaban mucho hacer senderismo, le encantaba la
montaña, hacia Snow y se iba siempre que podía de camping. Sara le dijo que a
ella también le gustaba ir a la montaña, aunque puestos a preferir, prefería ir
a la playa. También le contó que el sueño de su vida era viajar por todo el
mundo, quería poder conocer a todas las culturas existentes, pero lo que más le
llamaba la atención era América del Sur. No os puedo decir con exactitud cuánto
tiempo, simplemente compartieron opiniones, ideas y muchas otras de esas cosas
que se hacen al conocerse.
-
Volvemos
a la pista de baile – le dijo Gerard
-
¡Vale!
Volvieron a la pista de baile y se habían juntado unos cuantos más
compañeros al grupito que ya habían empezado. Seguían con la misma cantinela.
Poco a poco, a medida que pasaba la medianoche, iba desapareciendo la gente. Pasaron
de la pista de baile a sentarse a una mesa. Bajaron la música ya que todo el
mundo estaba demasiado cansado como para seguir bailando. Siguieron hablando de
millones de cosas, aunque las conversaciones iban bajando de intelectuales a
medida que el porcentaje de alcohol en vena iba subiendo. Ya no era conocer a
los demás, derivó a quien contaba la anécdota
más graciosa o a quien le había pasado la cosa más embarazosa. A medida que la
gente se iba, los demás se iban compilando. Se terminaron juntando todos en la
misma mesa, y decidieron empezar a jugar al típico “yo nunca he”, en el que
descubrieron cosas demasiado intimas de cada uno de ellos, y más que una
chorrada.
Pronto se acabó la diversión, algunos de la casa como Pedro, Jordi,
Anna y Xavi, habían recogido un poco y se había ido a dormir, o al menos eso
habían dicho. A las seis y media de la mañana, todo el mundo había
desaparecido. Se pusieron a recoger un poco, ya que no tenían mucho sueño. La
verdad es que la gente se había comportado, solo había que tirar un par de
platos de plástico y fregar unas cuantas cosas. La gente había ido dejando las
cosas en las papeleras que habían puesto. Al fin y al cabo, los de proyect X no
existían en la realidad. Carla fue la primera en rendirse, seguida de Marta.
Los que se quedaron, es decir, Gerard, Rubén y Sara, se subieron al ático a ver
el amanecer. Se sentaron en unas tumbonas, hablaban de cosas más filosóficas
que de costumbre, del universo, de la vida, de la felicidad, conversaciones de
gente que está un poco tocada. Y por arte de magia, el sol empezó a salir.
Siempre es bonito ver el amanecer, raramente coinciden dos iguales. Diferentes
tonalidades, colores, líneas en el cielo. Esa vez era naranja, muy fuerte, con
rasgos más claritos producidos por las nubes, era muy especial. El primer
amanecer que veían desde esa casa. Se miraron los tres, siempre el amanecer
indica el principio de un nuevo día, de una nueva vida, de algo que está a punto
de comenzar.
Sara llegó a su habitación, no quería hacer mucho ruido, se puso rápidamente
el pijama y se tumbo en su cama. Por la persiana podía ver los resquicios de
ese amanecer tan bonito que había podido disfrutar con dos compañeros, que
presagiaban convertirse en grandes amistades. Se puso a pensar como siempre
antes de dormir, en el día, en lo que había aprendido en ese noche de los
demás. De lo que podía pasar con Jordi y Anna, podía ser genial o terminar en
gran catástrofe. No habían enviado ninguna señal de que el uno le gustaba al
otro, y viceversa. Aunque… ahora que lo pensaba, en su conversación con Rubén
el ya se lo había presagiado. Él y Gerard eran muy majos, se lo pasaban bien
juntos. Bueno, era hora de dormir. Mañana sería otro día.