viernes, 27 de diciembre de 2013

Dulce introducción al caos. Capitulo 2

Poco a poco se fueron normalizando las cosas en la casa. Se iba pareciendo más a un hogar. Se conocían un poquito mejor a medida que el reloj avanzaba, buscaban cualquier excusa para poder empezar una conversación con cualquier miembro que formaba parte de aquella familia.

Habían empezado cada uno sus respectivas clases, algunos ya empezaban con trabajos que exigían muchas horas. Pero aún así, no dejaban escapar ni un segundo para pasarlo bien. Ese sábado, habían organizado una súper barbacoa, estaba todo el mundo invitado. Querían hacer la mayor fiesta que se hubiera visto jamás. Habían juntado entre todos los asistentes, el dinero suficiente para comprar cosas para todos: bebidas, carne, dulces, patatas.... Todo lo necesario. Habían colocado un montón de mesas en el patio, habían contado unas treinta personas, iba a ser una locura. Muchas veces se miraban pensando lo desastroso que iba a ser eso, se iba a desmadrar demasiado. Esperaban que la gente a la que acababan de conocer, no fuera muy bruta, muy loca y que no se fuera todo al garete.

A las doce de la tarde empezó a llegar la gente, algunos trajeron más barbacoas, ya que con la de Jordi no era suficiente. Otros trajeron hielos, algunos se iban sentando y entablando conversaciones, mientras que otros empezaban a cocinar. Anna y Carla estaban haciendo una mega ensalada, mientras que Gerard, Marta, Jordi y otros, estaban pendientes de la carne. Sara estaba en la cocina con Rubén, poniendo patatas fritas y demás tonterías en boles de plástico. Todos estaban ocupadísimos en sus cosas.

- ¿Bueno qué opinas de todo esto? - Dijo él.
- La verdad es que me parece que se va a desmadrar todo un poco... quizás nos hayamos pasado.
- No me refiero a eso, eres de las pocas de la casa con la que no he tenido un rato a solas - Sara hizo un repaso rápido, y era verdad - ¿Qué te parece la casa, la gente... no se todas esas cosas?
- Aaaa... bueno... La verdad es que... se está genial, hay gente que aun no conozco del todo. En general todo va muy bien, no sé, me gusta mucho estar aquí. Tampoco sé que más contarte. Es que hay gente con la que todavía no termino de congeniar, si, podríamos decirlo así.
- Si, ya sé a quién te refieres...
- Sí, bueno... - Los dos se miraron muy cómplices. - Y tú, ¿Como lo llevas?
Se hizo un momento de silencio
- Bueno, como siempre dicen, los tíos somos más simples - dijo él sonriendo.
- ... ¿Y eso que tiene que ver? - dijo ella, sonriendo pero extrañada.
- Estoy bien, a gusto, cómodo y ya, no me paro a pensar en los detalles, simplemente disfruto. Aunque, como bien has dicho, hay gente con la que es difícil de... congeniar.

Los dos se miraron. Siguieron con su tarea, mientras iban hablando, sin mojarse demasiado, ya que aún faltaba confianza, pero contándose muchas cosas. Contaron los posibles cotilleos que podía haber un futuro en la casa, entre quienes había "tensión" de esa, ninguno de los dos opinaba lo mismo. Pero, se echaron unas risas. Rubén, era de las personas con las que menos había hablado, pero no por nada en especial, simplemente no se había dado la ocasión.

Ya tenían casi todo preparado, la gente no paraba de llegar, ni entraban en la casa, iban directamente al jardín. La gente empezó a comer y a beber, todo fue muy normal. Charlaban, algunos amigos se reencontraban y se preguntaban cómo era posible que el mundo fuera tan pequeño. La comida iba descendiendo a un ritmo sorprendente, y las risas aumentando al unísono. En realidad, aun no había indicios de que nada malo fuera a pasar. Gerard, Carla, Marta, Jordi y Xavi, estaban sentados en una mesa hablando y picando de las cosas que había por ahí. Anna estaba coqueteando con un macizo de la clase de Gerard y Rubén... creo. Pedro estaba en una esquina, con unos cuantos... comiéndose un bocata como dirían en "Como conocí a vuestra madre". Mientras que Rubén, estaba hablando con otros. Sara, acababa de salir de la casa, había ido a buscar más bebidas. Se sentó en la mesa con sus otros cinco compañeros de su universidad, y estaban hablando de cosas de fotografía, que tipo les gustaba más, cuál era el que menos, que opinaban de la historia de la fotografía, no se cosas así. Se enseñaban fotos que habían hecho cada uno de ellos.

La noche fue cayendo y aunque ya no quedaba casi nada que llevarse al estomago, la gente se lo seguía pasando genial. Llevaban un par de semanas ya conviviendo juntos y seguían descubriendo cosas súper interesantes de los demás.  Habían hecho nuevos amigos y no había habido ningún altercado digno de mencionar. La gente bebía pero no había nadie extremadamente borracho, todo el mundo simplemente se lo estaba pasando bien. No sabían si finalmente se sembraría el caos a medida que la noche pasara, pero por ahora estaban todos muy contentos y disfrutando del momento.  Había gente por todos lados del jardín y de la entrada, el interior de la casa estaba completamente vacío, por lo que no habría nada que reparar o volver a comprar nada.

Sara estaba sentada en una mesa hablando con unos amigos de la clase, cuando llego Marta y se sentó a su lado. Sara y Marta se habían hecho muy amigas en poco tiempo, al compartir habitación compartían muchas cosas.  Marta empezó a contarle muchas cosas sobre la noche, resultaba que un amigo de no sé quien era amigo suyo, y que otro había intentado ligar con ella, no paraba de hablar. Anna y Jordi se habían liado y Marta creía que eso iba a ser un problema de la casa. Hablaba tan rápido que era casi imposible entenderla. Sara intentaba hablar con ella, preguntarle cómo habían pasado las cosas, pero no le daba tiempo a terminar las frases antes de que ella ya le estuviera contando otra cosa totalmente diferente. Era mucha información muy rápido, como para ser capaz de asumirlas. La música iba aumentando de volumen a medida que pasaba la noche, sonó la canción de Titanium de David Guetta y  Marta arrastró a Sara hasta donde estaba todo el mundo bailando. Era una canción que a las dos les gustaba mucho, asique se pusieron en el medio de la pista a cantar y a bailar como si no hubiera mañana. La gente a su alrededor cantaba, o más bien chillaba, tanto como ellas.  

La gente estaba muy cómoda, unos cuantos estaban sentados en la mesa hablando. Otros cuantos estaban en el jardín bailando como en una discoteca, había gente esparcida por todo el jardín. No sabían exactamente donde estaban cada uno de los compañeros de la casa, pero les veían pasar de vez en cuando, con lo cual todo iba bien. Nadie se había rajado todavía, seguían los mismos que al principio. No había nadie sentado con cara larga, si no que todos estaban en su salsa. Habían conocido a mucha gente nueva y hecho muy buenos amigos, también había surgido algún que otro romance esporádico. Sara seguía bailando con Marta cuando Gerard y Rubén se acercaron a bailar con ellas. Aparecían diferentes canciones de un modo muy random, es decir, habían hecho una lista con canciones que les gustaban a todos, por lo que salían de todo tipo, indie, pop, rock… La mayoría de las canciones eran muy conocidas, había gente que cuando sonaba una canción que les gustaba, se ponían de pie y la bailaban, o simplemente se dedicaban a cantarla a grito pelado desde donde estuvieran. Era muy divertido ver el panorama que estaba ahí generado. Sara quería otra copa y Gerard se ofreció a acompañarla, ya que su vaso también estaba vacío.

- ¿Qué tal te lo estas pasando? - Le pregunto Sara a Gerard
- Muy bien, la verdad, no me esperaba que fuera todo tan "tranquilo"- Los dos se rieron. - ¿Qué tomas?
- Ron con CocaCola, por favor. - Gerard sirvió las dos copas y le dio a Sara la suya. 

En vez de volver a la pista de baile, se quedaron ahí hablando. Gerard le contó que le gustaban mucho hacer senderismo, le encantaba la montaña, hacia Snow y se iba siempre que podía de camping. Sara le dijo que a ella también le gustaba ir a la montaña, aunque puestos a preferir, prefería ir a la playa. También le contó que el sueño de su vida era viajar por todo el mundo, quería poder conocer a todas las culturas existentes, pero lo que más le llamaba la atención era América del Sur. No os puedo decir con exactitud cuánto tiempo, simplemente compartieron opiniones, ideas y muchas otras de esas cosas que se hacen al conocerse. 

-         Volvemos a la pista de baile – le dijo Gerard
-         ¡Vale!
Volvieron a la pista de baile y se habían juntado unos cuantos más compañeros al grupito que ya habían empezado. Seguían con la misma cantinela. Poco a poco, a medida que pasaba la medianoche, iba desapareciendo la gente. Pasaron de la pista de baile a sentarse a una mesa. Bajaron la música ya que todo el mundo estaba demasiado cansado como para seguir bailando. Siguieron hablando de millones de cosas, aunque las conversaciones iban bajando de intelectuales a medida que el porcentaje de alcohol en vena iba subiendo. Ya no era conocer a los demás,  derivó a quien contaba la anécdota más graciosa o a quien le había pasado la cosa más embarazosa. A medida que la gente se iba, los demás se iban compilando. Se terminaron juntando todos en la misma mesa, y decidieron empezar a jugar al típico “yo nunca he”, en el que descubrieron cosas demasiado intimas de cada uno de ellos, y más que una chorrada.

Pronto se acabó la diversión, algunos de la casa como Pedro, Jordi, Anna y Xavi, habían recogido un poco y se había ido a dormir, o al menos eso habían dicho. A las seis y media de la mañana, todo el mundo había desaparecido. Se pusieron a recoger un poco, ya que no tenían mucho sueño. La verdad es que la gente se había comportado, solo había que tirar un par de platos de plástico y fregar unas cuantas cosas. La gente había ido dejando las cosas en las papeleras que habían puesto. Al fin y al cabo, los de proyect X no existían en la realidad. Carla fue la primera en rendirse, seguida de Marta. Los que se quedaron, es decir, Gerard, Rubén y Sara, se subieron al ático a ver el amanecer. Se sentaron en unas tumbonas, hablaban de cosas más filosóficas que de costumbre, del universo, de la vida, de la felicidad, conversaciones de gente que está un poco tocada. Y por arte de magia, el sol empezó a salir. Siempre es bonito ver el amanecer, raramente coinciden dos iguales. Diferentes tonalidades, colores, líneas en el cielo. Esa vez era naranja, muy fuerte, con rasgos más claritos producidos por las nubes, era muy especial. El primer amanecer que veían desde esa casa. Se miraron los tres, siempre el amanecer indica el principio de un nuevo día, de una nueva vida, de algo que está a punto de comenzar.

Sara llegó a su habitación, no quería hacer mucho ruido, se puso rápidamente el pijama y se tumbo en su cama. Por la persiana podía ver los resquicios de ese amanecer tan bonito que había podido disfrutar con dos compañeros, que presagiaban convertirse en grandes amistades. Se puso a pensar como siempre antes de dormir, en el día, en lo que había aprendido en ese noche de los demás. De lo que podía pasar con Jordi y Anna, podía ser genial o terminar en gran catástrofe. No habían enviado ninguna señal de que el uno le gustaba al otro, y viceversa. Aunque… ahora que lo pensaba, en su conversación con Rubén el ya se lo había presagiado. Él y Gerard eran muy majos, se lo pasaban bien juntos. Bueno, era hora de dormir. Mañana sería otro día.


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